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Las raíces de Penélope ¿tejedora o tejida?

abril 3, 2013

Sentada en la plaza mayor de mi diminuto pueblo disfruté y disfruto las tardes observando con tanta inquietud como un goloso ante el jugoso chocolate.

Veo pasar a las ancianas encorvadas con sus faldas de tubo.  Cabezas almidonadas avanzan por quintetos embutidas en sus medias enlutadas. Como una plaga de insectos de la dignidad que ha infectado las raíces del lugar susurran entre ellas criticándote con pupilas acuadoras que se encaminan a purgar sus pecados en domingo.

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Los jóvenes liberales ataviados con sus cortes de pelo y sus pieles pintadas les contrarían obligándoles a repartir cruces allá por donde van, como pompas fúnebres en el entierro de la tolerancia. Ellas sordas a la crisis y a la civilación aún viven en los reductos de una falsa Oz o mejor de una surrealista Vetusta  cargada de caciquismo y almidón.  Ellos por su parte, viven en un pais que por no tener ya no tiene ni voz para quejarse.

Con sonrisa de plástico y ojos de ceniza nos miran los muros de piedra, ésos reductos que antaño contemplasen las brisas primaverales y los gritos de los críos. Los besos de los imberbes y las esperanzas de los graduados.  Ahora contemplan un sistema social anquilosado y embriagado de vino y rosas.

Penélope no nació en Macondo, nació en Allande. Penélope no es la esposa de un rey es una pintora de palabras que ha vuelto a su hermoso hogar por vacaciones. Es la dueña de su propia historia y ha regresado para comprobar en sus carnes que por mucho que ames un lugar, ése lugar no es tuyo . Y haciendo honor a Cinema Paradiso diré que eres tú quien le pertenece a un tiempo y un espacio y no al revés.

el coche de las odiseas

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